LA SELVA
La selva de Borneo es una de las más antiguas del mundo y una de las de mayor biodiversidad. Además de los conocidos orangután, allí viven rinocerontes y elefantes, el leopardo nebuloso, el oso negro y centenares de especies más, muchas de ellas exclusivas de Borneo. Pero el reino animal palidece al lado del de los insectos y de las plantas, cuya variedad es embriagadora. De hecho, un solo árbol puede albergar más de mil especies de insectos, por no hablar de la actividad de los hongos que se desarrolla principalmente bajo tierra y que estallan a ratos en brillantes focos de color. A la hora de escribir No Muy Sensato, quería que la selva fuese unos de los protagonistas del libro.
LOS DAYAK
Los dayak son los otros grandes protagonistas del libro. Dayak es el nombre genérico que se da a los habitantes del interior de Borneo. La mayoría de los dayak son cristianos (aunque en muchos casos con un fondo animista). Entre la gente de la costa el islam es la religión mayoritaria.
Los dayak se dividen en muchos grupos, cada uno con su propia lengua. Son muy famosos los iban de Sarawak por su pasado guerrero. En Borneo del Este (donde transcurre No Muy Sensato) son mayoritarios los kenyah, siendo también importantes los punan y los kayan.
Los dayak vivían tradicionalmente en casas comunales levantadas en la orilla de los ríos y se dedican a la agricultura de tala y quema. La base de su dieta es el arroz, suplementado por productos de la caza y la pesca.
Mención aparte merecen los grupos nómadas, de los que quedan muy pocos. Era gente que vivía en refugios temporales y que se alimentaba únicamente de productos de la selva. A diferencia de los habitantes de las casas comunales, la base de su dieta era el sagú. Los punan que figuran en No Muy Sensato tienen ciertas características (falta de jerarquía social y pericia en la selva entre otras) que llevan a algunos expertos a opinar que tienen orígenes nómadas en un pasado no tan remoto.
Hasta los grupos más remotos tenían contacto con otros grupos. Los nómadas intercambiaban con gente de las casas comunales productos de la selva como resina y ratán por objetos que no podían producir por sí mismos, como mandaus (machetes) y telas. Viajar entre casas comunales era frecuente y los matrimonios de jóvenes de distintas casas muy habituales. Comerciantes malayos y chinos subían los principales ríos con productos manufacturados además de sal y tabaco. En tiempos las cuentas de vidrio y los jarrones chinos eran muy valorados.
Los contactos entre distintos grupos dayak no siempre eran amistosos. Hubo períodos de guerra en toda regla o, más frecuentemente, redadas por grupos de guerreros contra casas comunales no amigas. Parte importante de esta violencia fue la práctica de cortar cabezas. Se creía que el espíritu de una persona residía en la cabeza y con cortarla, su fuerza pasaba al vencedor. Las cabezas cortadas se colgaban en las casas comunales y se veneraban a través de distintos rituales. Con la llegada del cristianismo se dejó esta práctica aunque ha habido algún rebrote en tiempos más recientes.